Tus genes revelan la verdad sobre tu piel
Compartes el 99% de tu ADN con chimpancés y bonobos, pero la principal diferencia genética entre los humanos y nuestros parientes vivos más cercanos radica en los genes que controlan nuestra piel. Los humanos han desarrollado un conjunto único de genes que permiten la producción de aceites especiales en las glándulas sebáceas, que incluyen sustancias como el ácido sebaleico. Estas sustancias son raras y sólo se encuentran en el cuerpo humano, no en ninguna otra parte del reino animal.
Tradicionalmente, se ha pensado que el principal objetivo de estos aceites, o sebo, es lubricar la piel. Aunque ésta es parte de su función, las investigaciones demuestran que existen otras sustancias que la piel podría producir fácilmente para conseguirlo. La cuestión que se plantea es por qué hemos desarrollado este conjunto concreto de aceites, cuya producción requiere el 7% de nuestra energía.
Investigaciones recientes sugieren que la función principal de estos aceites es actuar como nutrientes para determinados microbios que viven sobre y dentro de la piel. El sebo parece ser el prebiótico óptimo, es decir, el alimento de las bacterias buenas de la piel. Esto suscita preocupación por la sobreproducción de sebo y su supuesta relación con la piel grasa y el acné. Al mismo tiempo, en el mundo occidental hemos perdido alrededor del 30% de los microbios que normalmente deberían estar presentes en nuestra piel, y estos microbios se alimentan del sebo. La cuestión que se plantea es si la sobreproducción de sebo es realmente la causa principal de los problemas de la piel.
Curiosamente, a menudo utilizamos productos de cuidado de la piel para eliminar estos aceites a diario, a pesar de que nuestro cuerpo parece producirlos para una función específica e importante. En Europa, casi la mitad de las mujeres tienen la piel sensible y el 85% de los adolescentes sufren algún tipo de acné, por lo que puede que haya llegado el momento de reconsiderar nuestro enfoque y nuestras rutinas de cuidado de la piel. Quizá haya llegado el momento de adaptar nuestros métodos para preservar el equilibrio natural de los microbios en nuestra piel.
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